LOBITO
Yo, de puro mamón había comprado uno de esos polerones con el logo de la universidad y de puro caliente se lo había tenido que dar a un compañero, porque en un viaje que hicimos juntos le regalé el de él a una mulata que conocí y que pensé que sería la mujer de mi vida.
Cuando volvimos de las vacaciones de verano, el negro, mi compañero de universidad, me exigió la devolución de su polerón. Lo tuve que hacer, así que me quedé ahí, sin el símbolo mamón de mi entrada a la universidad.
No se reconocer donde estaba la motivación de mi cariño y apego por esa prenda, lo cierto es que se fue de mi lado una cosa muy preciada. Estaba triste, caminando a mi casa y pensando en eso cuando me saludó y cuando me pregunto cómo andaba. Le transmití mi pesar. Me preguntó como era ese polerón y por que lo quería tanto. No recuerdo qué le dije.
A los dos días más o menos, mi amigo me entregó un paquete de papel café, “es un regalo”, dijo. Se lo agradecí y lo abrí en mi casa. Era un polerón igual al mío. No supe donde lo había conseguido, seguro que en la basura, porque estaba hediondísimo. Lo lavé y lo tengo hasta el día de hoy. De eso hace como diez años.
Cuando pasó el tiempo, abandoné la casa materna y no supe mucho más de mi compañero de barrio. Alguna vez cuando volví de visita, lo vi pero no me reconoció.
Ayer un tío me contó que lo mataron, le dieron como diez puñaladas en plena calle, y le dejaron metido un destornillador en la guata. Tal vez se lo buscó, no lo se. Una vez me contó que había matado a dos tipos, pero que lo había hecho en defensa propia. Tal vez fue excesivamente agresivo en razón de un estado eufórico, provocado por la pasta base que consumía habitualmente y se encontró con un tipo más choro que él.
Tal vez murió en su ley, tal vez no haya nada que condenar por su muerte, eso no lo sé. Solo puedo dar fe de que, si existe algún lugar en que dar testimonio de las obras de bien, de esas que son más que solo meterse la mano al bolsillo y sacar lo que sobra, esas que suponen hacerse cargo del mundo de los demás, con toda la puta contradicción y falta de sentido común que tienen a veces los mundos de los demás; yo voy a estar ahí testificando por el Lobito.
Cuando volvimos de las vacaciones de verano, el negro, mi compañero de universidad, me exigió la devolución de su polerón. Lo tuve que hacer, así que me quedé ahí, sin el símbolo mamón de mi entrada a la universidad.
No se reconocer donde estaba la motivación de mi cariño y apego por esa prenda, lo cierto es que se fue de mi lado una cosa muy preciada. Estaba triste, caminando a mi casa y pensando en eso cuando me saludó y cuando me pregunto cómo andaba. Le transmití mi pesar. Me preguntó como era ese polerón y por que lo quería tanto. No recuerdo qué le dije.
A los dos días más o menos, mi amigo me entregó un paquete de papel café, “es un regalo”, dijo. Se lo agradecí y lo abrí en mi casa. Era un polerón igual al mío. No supe donde lo había conseguido, seguro que en la basura, porque estaba hediondísimo. Lo lavé y lo tengo hasta el día de hoy. De eso hace como diez años.
Cuando pasó el tiempo, abandoné la casa materna y no supe mucho más de mi compañero de barrio. Alguna vez cuando volví de visita, lo vi pero no me reconoció.
Ayer un tío me contó que lo mataron, le dieron como diez puñaladas en plena calle, y le dejaron metido un destornillador en la guata. Tal vez se lo buscó, no lo se. Una vez me contó que había matado a dos tipos, pero que lo había hecho en defensa propia. Tal vez fue excesivamente agresivo en razón de un estado eufórico, provocado por la pasta base que consumía habitualmente y se encontró con un tipo más choro que él.
Tal vez murió en su ley, tal vez no haya nada que condenar por su muerte, eso no lo sé. Solo puedo dar fe de que, si existe algún lugar en que dar testimonio de las obras de bien, de esas que son más que solo meterse la mano al bolsillo y sacar lo que sobra, esas que suponen hacerse cargo del mundo de los demás, con toda la puta contradicción y falta de sentido común que tienen a veces los mundos de los demás; yo voy a estar ahí testificando por el Lobito.
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