miércoles, mayo 24, 2006

LA DEMANDA INDÍGENA EN CHILE: MIEDOS, TORPEZAS Y OPORTUNIDADES

En La Segunda del 22 de mayo se exhiben, en una página completa, las conclusiones académicas a que habrían llegado ciertos estudios militares sobre el peligro que, para la seguridad nacional, representa la demanda y la eventual articulación social del pueblo mapuche.

Hace un tiempo El Mercurio “pone en evidencia” a José Aylwin, pues estaría fomentando la demanda violenta de los indígenas en la Araucanía y, por lo que se deja implícito en el artículo, estaría promoviendo, al menos, algunas de las manifestaciones de apoyo a las demandas que por estos días realizan los tres dirigentes mapuche y una activista encarcelados.

Dos parecen ser los mensajes implícitos de nuestros honorables diarios: uno, la demanda social indígena en Chile es peligrosa y dos, es una demanda “orquestada”, “inflada” y “dirigida”, con algunos propósitos más o menos imprecisos, pero en ningún caso muy loables.

¿Es realmente peligrosa para la seguridad nacional la protesta social y las demandas del pueblo mapuche? Los perspicaces tesistas a los que se refiere el vespertino se responden entre sí. Unos por un lado señalan que parte del peligro de la demanda radica en la pretensión de “autonomía territorial y (una) forma de vida propia de los pueblos indígenas, con un claro sentimiento nacionalista” y un sentimiento “etnonacionalista” y los otros, según La Segunda, señalan que el grupo más radicalizado, “carece de planteamientos políticos”. Al referirse a la Identidad Territorial Lafkenche, el texto explica que nuestros estudiosos, además de reconocer las facciones que hay dentro de ella, señalan que “mantiene las demandas históricas”. Al considerar al Consejo de Todas las Tierras se limitan a expresar su demanda “por su autonomía y territorialidad”. No hay referencias a las estructuras que eventualmente tendrían, ni el grado de operatividad con que estos “peligrosos” grupos pretenden hacer efectivos sus discursos.

Así, con los datos entregados por los propios prolijos académicos citados por nuestro diario, no resiste análisis, ni el encabezado de la nota, ni las conclusiones. Si a eso agregamos un somero análisis de los conceptos de autonomía y territorialidad en el contexto de sociedades democráticas, el verdadero alcance de esos términos en los instrumentos internacionales que se refieren a ellos o, por ejemplo, el magro resultado electoral del Consejo de Todas las Tierras en las últimas elecciones municipales, la intensa participación, usando los canales legales, de importantes sectores y líderes de la Identidad Territorial Lafkenche, para resolver asuntos que les incumben, y la ausencia de estructuras operativas, organizadas para causar “terror” en el seno del mundo social mapuche; no creo que nuestros tesistas logren convencer razonablemente ni a mi abuelita paterna, que junto con ser muy conservadora y alarmista, es bastante inteligente.

Ahora ¿es infundada y realmente orquestada la demanda social indígena o solo la orquestación de unos huinca revoltosos? Dicho de otro modo ¿hay buenos motivos para la demanda social de los pueblos originarios de Chile? Los eventuales hechos violentos y la propia existencia de protesta social evidencia cuestiones de gobernabilidad y la falta de gobernabilidad no es sino, una demanda pública que no es adecuadamente satisfecha por los agentes públicos o gobierno, lo que dificulta que éste haga lo que le es propio, es decir, gobernar.

Si usted se detiene en las cifras sobre capital humano y social, sobre pobreza material y sobre acceso a los bienes públicos, verá claramente un aspecto básico de este problema de gobernabilidad. Los indígenas en Chile, son más pobres que los que no lo son. El aumento de la brecha entre los más pobres y los más ricos, más allá de los índices absolutos, aumenta la sensación de discriminación. Como verá, los pueblos indígenas de Chile tienen, solo por lo dicho, razones de sobra para demandar un trato más justo de la sociedad de la que son parte.

Por supuesto que la demanda indígena es mucho más compleja y va mucho más allá de la superación de la pobreza, pero sospecho que esa complejidad no pone en peligro a Chile; más bien creo que su planteamiento enriquecerá a la nación chilena (si usted lee las actas de la constitución política vigente, verá que la nación también está formada por nuestros antepasados y si usted echa una mirada rápida a los rostros de las personas que deambulan por Ahumada con Huérfanos, verá que muchos de ellos eran indígenas)

De cualquier manera, la compleja y diferenciada demanda social indígena, solo la podemos sospechar, pues está pendiente algo básico: preguntar a los indígenas qué quieren. Para hacer esa pregunta, es necesario que se constituya un actor social y que tenga la autonomía necesaria (que no se asusten nuestros tesistas, que estamos hablando de autonomía dentro de la ley) para plantear esa demanda.

Espero que una vez que se resuelva la torpeza o mala fe de haber aplicado una ley antidemocrática y contraria a nuestro propio sistema jurídico, como es la antiterrorista (véase el artículo 5° de la constitución chilena), se aborden estas cuestiones básicas y que los pueblos tengan el nehuén necesario para plantear sus demandas a nivel nacional y que ante la complejidad e importancia de nuestro problema y de las soluciones demandadas, contemos con los mejores policy makers del país, que hoy están ocupados de otros asuntos y están ausentes de las agencias públicas competentes en materia indígena.

Confío en que cuando se hagan las preguntas y se den las respuestas, cuando se hayan realizado las conversaciones pendientes, y cuando se hayan tomado las acciones como consecuencia de esas conversaciones, Chile no se verá amenazado, sino que será un mejor lugar donde vivir.

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