CANDIDATOS AL SENADO Y LA PATUDEZ DE LA OLIGARQUIA
La democracia es un sistema que pretende que el poder se ejerza por el pueblo.
Sin embargo eso de que el poder lo ejerce el pueblo tiene varias limitaciones en la realidad, pues la verdad es que hay pocas manifestaciones duras, objetivas y directas del poder de la sociedad civil, aparte de la elección periódica de sus representantes.
Por eso, ha sido mejor explorar algunos otros aspectos de lo que conocemos como sociedades democráticas para poder darle al concepto de democracia, alguna consistencia adicional, algo que nos permita definir ese sistema en el que la sociedad occidental pretende vivir. Una buena forma de describir eso, es lo que Dahl ha denominado poliarquía, es decir, si se hace una apretada síntesis, un sistema en que si bien, las masas no ejercen el poder, las personas son relativamente libres para hacer su vida como mejor les plazca, sin afectar los derechos de los demás, y sin afectar las bases mismas de un estado que, no se debe inmiscuir en los asuntos privados de los ciudadanos.
Podemos decir entonces, sin mucho temor a equivocarnos, que el voto que cada cierta cantidad de años depositamos en las urnas electorales, es una manifestación, tal vez la única, que permite la expresión directa y vinculante de lo que la gente quiere que suceda en política.
Hace pocos días hemos visto como parte de la dirigencia del Partido Socialista de Chile y de otras tiendas, miran con indignación como se despoja de la calidad de candidatos al Senado a algunos próceres y como toman dicha calidad quienes no “aseguran gobernabilidad”.
Algunos diarios han señalado con alarma que esa corporación perderá a algunos “hombres de estado” a cambio de otros advenedizos postulantes a los que han motejado de “polillas”, “mediáticos”, “confrontacionales” y demás.
Llama especialmente la atención la indignación y alarma que ha generado en parte del Partido Socialista la nominación como candidato del diputado Navarro, quien se ha preferido a Viera Gallo, después que (una vez descartadas otras opciones mas democráticas como las primarias internas, donde todo indicaba que el segundo perdería, a la luz de las encuestas) el Comité Central del partido, en elección democrática, lo decidiera así.
Llama especialmente la atención porque el principal argumento de los indignados es que Viera Gallo sería “mejor” que Navarro, olvidándose el hecho de que Navarro es preferido por la gente que votaría en las próximas elecciones senatoriales. ¿No será que eso les da lo mismo? ¿No será que la “gente”, esa que contesta las encuestas y cuya mayoría ofrece como modesto y único aporte al proceso político, su voto, esta equivocada? Supongo que, sobre la base de las mismas razonables preguntas, el intelectual Jocelyn Holt lanzo sus críticas públicas a Michelle Bachelet hace unos días.
Como razonaba el profesor Michels, la ley de hierro de las oligarquías, hace que ellas gobiernen de acuerdo a su real voluntad y no necesariamente a la de los gobernados, ese es el sino ineludible de las democracias, su ley de hierro.
Es por eso que, cuando las ventanas y las puertas de la casa en que están los que ejercen el poder se abren, cuando las señoras juanitas, y los señores de a pie abandonan por un instante sus asuntos domésticos para, por única vez en años, ejercer poder político directamente, no es legítimo que ciertos señores y señoras, veten ese ejercicio, por mucha gobernabilidad que aseguren, por muchos libros que hayan leído, por mucho que sepan de asuntos de estado.
De hecho, que lo hagan es una patudez sin nombre.
Sin embargo eso de que el poder lo ejerce el pueblo tiene varias limitaciones en la realidad, pues la verdad es que hay pocas manifestaciones duras, objetivas y directas del poder de la sociedad civil, aparte de la elección periódica de sus representantes.
Por eso, ha sido mejor explorar algunos otros aspectos de lo que conocemos como sociedades democráticas para poder darle al concepto de democracia, alguna consistencia adicional, algo que nos permita definir ese sistema en el que la sociedad occidental pretende vivir. Una buena forma de describir eso, es lo que Dahl ha denominado poliarquía, es decir, si se hace una apretada síntesis, un sistema en que si bien, las masas no ejercen el poder, las personas son relativamente libres para hacer su vida como mejor les plazca, sin afectar los derechos de los demás, y sin afectar las bases mismas de un estado que, no se debe inmiscuir en los asuntos privados de los ciudadanos.
Podemos decir entonces, sin mucho temor a equivocarnos, que el voto que cada cierta cantidad de años depositamos en las urnas electorales, es una manifestación, tal vez la única, que permite la expresión directa y vinculante de lo que la gente quiere que suceda en política.
Hace pocos días hemos visto como parte de la dirigencia del Partido Socialista de Chile y de otras tiendas, miran con indignación como se despoja de la calidad de candidatos al Senado a algunos próceres y como toman dicha calidad quienes no “aseguran gobernabilidad”.
Algunos diarios han señalado con alarma que esa corporación perderá a algunos “hombres de estado” a cambio de otros advenedizos postulantes a los que han motejado de “polillas”, “mediáticos”, “confrontacionales” y demás.
Llama especialmente la atención la indignación y alarma que ha generado en parte del Partido Socialista la nominación como candidato del diputado Navarro, quien se ha preferido a Viera Gallo, después que (una vez descartadas otras opciones mas democráticas como las primarias internas, donde todo indicaba que el segundo perdería, a la luz de las encuestas) el Comité Central del partido, en elección democrática, lo decidiera así.
Llama especialmente la atención porque el principal argumento de los indignados es que Viera Gallo sería “mejor” que Navarro, olvidándose el hecho de que Navarro es preferido por la gente que votaría en las próximas elecciones senatoriales. ¿No será que eso les da lo mismo? ¿No será que la “gente”, esa que contesta las encuestas y cuya mayoría ofrece como modesto y único aporte al proceso político, su voto, esta equivocada? Supongo que, sobre la base de las mismas razonables preguntas, el intelectual Jocelyn Holt lanzo sus críticas públicas a Michelle Bachelet hace unos días.
Como razonaba el profesor Michels, la ley de hierro de las oligarquías, hace que ellas gobiernen de acuerdo a su real voluntad y no necesariamente a la de los gobernados, ese es el sino ineludible de las democracias, su ley de hierro.
Es por eso que, cuando las ventanas y las puertas de la casa en que están los que ejercen el poder se abren, cuando las señoras juanitas, y los señores de a pie abandonan por un instante sus asuntos domésticos para, por única vez en años, ejercer poder político directamente, no es legítimo que ciertos señores y señoras, veten ese ejercicio, por mucha gobernabilidad que aseguren, por muchos libros que hayan leído, por mucho que sepan de asuntos de estado.
De hecho, que lo hagan es una patudez sin nombre.
Etiquetas: contingencia
2 Comentarios:
La democracia imperfecta, gran tema, si va mirada desde la participación de las personas, el pueblo, la gente y/o sumatoria de señoras juanitas (notable como pasamos del colectivo como referente político a la satisfacciòn del individuo/juanita arquetípico).
El sistema es imperfectamente representativo, completamente mediado,casi hermético en tanto no hay ejercicio de voto. Voto que va sin glosa ni letra chica. Voto que además, es obligado. Y obligados que somos, entre anular o votar blanco, intentamos dar el voto útil dentro del "es lo que hay".
Los mecanismos para transparentar, dar cuenta, hacerse cargo, son imperfectos también; y yacen sobre una red de palabras custodiadas por los amos de la ley.
Y en definitiva, más que un sistema liberal en término de valores, tenemos un sistema en que todos nos hemos vuelto hacia dentro, y nos convencemos que cada 6 o 4 años, esos algunos se hagan cargo de la molesta y nefasta bolsa del poder.
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