jueves, septiembre 15, 2005

el príncipe y la bella

Él es un hombre viejo, bien podría ser mi padre.

Para algunos es inofensivo, para a mí eso significa que viene de vuelta del paseo de tratar de cambiar el mundo y de haber aprendido -junto con su generación- la lección que dice que siempre que ese cambio se pretende con mayúsculas, se llega al horror de los efectos secundarios de un cambio que no se produjo. Él lo sabe en carne propia. El mundo es para él, a éstas alturas, un lugar donde leer el diario y algunos libros, tomar café, escuchar música, ver cine y amar. Un amigo mío dice que es un príncipe.

Tiene canas, marcas y heridas. Yo soy hijo de un tipo que, igual que él, estaba más preocupado de cambiar el mundo que de mí, así que me junto con él por reflejo, en busca de límites, de un camino con contornos claros. Él me contesta siempre incertezas, siempre vaguedades y siempre preguntas; nunca me resuelve nada y yo sigo a la deriva, igual que con mi padre. Pero siempre lo busco.

Ella no viene de vuelta, a los diecinueve años no se puede venir de vuelta de nada. No pertenece y probablemente no pertencerá jamás a ningún proyecto colectivo. Miento, me contó que va "cheers leaders", una cosa como las barras que se ven en las películas gringas. No lee nada, ni el diario. Estúpidamente -supongo que queriendo impresionarla- le presté algunos libros y pese a lo que me ha dicho, sé que ni siquiera los ha abierto. Me dijo que se casará cuando tenga un mejor y más estable trabajo y "cuando tenga cosas". Yo adiviné que se trataba de una casa y cosas así. Esa es más o menos la síntesis de su idea del futuro.

Parece que la falta de letras en su cerebro la hace recibir cada palabra que digo con toda la información sobre mí que cada palabra tiene. Ella adivina cada cosa que quiero, cada frustración que tengo, parece saber cada intención que me motiva y con palabras mal escritas o mal dichas siempre me desarma. Nunca me cree. Yo me enternezco, pero también me desarmo. Un amigo mío dice que es una ricura de mina y yo creo que es una de las criaturas más bellas que haya visto nunca.

Ellos trabajan juntos, yo los he visto un par de veces hacerlo. Son tan diferentes y se relacionan con una naturalidad que me impresiona. El otro día entré a su oficina y estaba con ella, le dictaba algo. Yo entré por algo relacionado con lo mismo, de modo que no interrumpía nada. No se por qué sentí vergüenza y después que rápidamente dije la cosa trivial que tenía que decir, pedí disculpas y permiso antes de irme.

Con ellos yo siempre me siento rindiendo examen y siempre salgo reprobado.

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