viernes, enero 12, 2007

Plagio

-Vine por mi regalo

Yo no había podido ir a su cumpleaños y ni siquiera me había excusado. La verdad es que no quise ir, pero le tenía un libro de regalo y le había escrito una dedicatoria. Era la copia de unas frases de la última página de la novela. Se lo entregué.

-Feliz cumpleaños

No estaba envuelto en papel de regalo y no parecía nuevo. Debí haber pedido en la librería que me dieran otro, pero no sé por qué no lo hice.

Después que leyó la dedicatoria, siguió mirando la primera página por un rato. Luego me dijo que me quería, que siempre iba a quererme. Me abrazó y creo que lloró un poco.

Se quedó tres días con sus noches. Manejar tres horas enteras, hacia un lugar en que no había nada más que mi casa y volver después, por un camino en que no se veía nadie en kilómetros, era una buena razón para quedarse, aunque no sé si por tres horas, tres días o tres meses. Tal vez era un buen motivo para quedarse tres años. Pero se quedó tres días, tres días con sus noches.

Esa mañana, nada era diferente de cualquier otra. Cuando me di cuenta, ya se alejaba de mi casa. No se despidió ni dejó una nota. Salí por unos momentos y me quedé viendo cómo se iba, hasta que la forma de su auto no fue más que una manchita roja que desaparecía en la carretera.

Cuando entré de nuevo, sentí su olor y ví que había dejado el libro. Estaba abierto en la primera página.

Casi todos los personajes de las novelas de Houellebecq son tristes y despreciables. No sé por qué me gustan sus historias. No sé si me gustan en realidad. Por suerte, no me parezco a ninguno.

Tomé el libro y leí de nuevo mi plagio.

“Ahora comprendo la muerte; no creo que me haga mucho daño. He conocido el odio, el desprecio, la decrepitud y otras muchas cosas; incluso breves momentos de amor.”

Salí de nuevo y me senté en un peldaño de la escala, en la entrada. Miré cómo la carretera se hacía delgada hasta que desaparecía en el horizonte y tuve miedo de que fuera el último cumpleaños.

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