jueves, febrero 05, 2009

La muerte de Gaete IV

Apenas llegó, le dijeron que los detenidos desaparecidos falsos ya no eran tema, en la tarde le dirían cuales eran las nuevas prioridades del diario. La elección presidencial ya había pasado y las preocupaciones de un diario tan antiguo y prestigioso como ese, debían cambiar.
Tenía sentido. En una celebración, cuando quedaban pocas personas ya, el director recordó con orgullo cómo ellos le dieron a la caída del muro de Berlín una relevancia que, en ese momento, no le dio el resto de la prensa chilena. Cuando decía esto, exhibía un ejemplar de esa época, que en la portada mostraba a gente encima del muro de Berlín, destruyéndolo.“Destruyéndolo” es solo un modo de decir: nadie –afirmaba el director del “decano”- habría imaginado que esa gente con cortes de pelo y ropa pasada de moda, con esos martillitos y otros artefactos insignificantes, sería capaz de algo más que hacer algunas marquitas al muro. Pero el decano, como siempre, fue visionario y , como siempre, su línea editorial estuvo más allá del horizonte.
Ella recordaba eso, y ni chistó porque de un momento a otro tuviera que echar todo su trabajo de meses a la basura. El diario tenía un fino e históricamente demostrado sentido del poder y de los intereses del lector. La búsqueda de quienes habían sido las personas que el gobierno no había desaparecido, ni matado, ni torturado; considerando el resultado de las elecciones presidenciales, ya no tenía ningún sentido.
Por algún motivo que nadie nunca tuvo muy claro, ella insistió en trabajar en una historia de la que había tenido noticia a propósito del asunto que ahora debía dejar. Era una periodista con oficio y los editores la escuchaban con respeto, así que no tuvo problema en convencerlos.
Los datos eran los siguientes: se trataba de un funcionario de gobierno que había salido de Chile antes del golpe de estado, con lo cual había salvado el pellejo. El caso había sido desechado porque su hijo, pese a que fue incluido por error en las listas de desaparecidos, jamás cobró ninguno de los beneficios (que es como los funcionarios de todas partes del mundo llaman a las reparaciones) ofrecidos a los familiares para estos casos.
Si bien el caso no tuvo en su momento interés editorial, tenía potencial periodístico: el tal Gaete había sido dado por muerto en varias ocasiones y volvían a aparecer indicios de él cada cierta cantidad de años. Había constancia de que cobraba mensualmente su pensión de refugiado en Madrid, hasta que después de varios meses sin cobrar, el servicio social español recibió una solicitud para mandar el cheque a Ámsterdam, donde de nuevo comenzó el cobro periódico.
El desaparecimiento de Gaete de Madrid tenía ciertos misterios, pues ella encontró testimonios en la prensa que permitían sostener que Gaete había muerto en las afueras del lugar en que cobraba el cheque cuando estalló una bomba de ETA el 2013. Esas versiones ella las confirmó con relatos que si bien eran bastante imprecisos, coincidían en el hecho de la muerte de Gaete.
Pero apareció en Ámsterdam. Cuando ella dio con su casa, confirmó con vecinos que había salido a México.
Al llegar al DF, cuando dio con el hotel en donde se quedó Gaete, comprobó en el libro de novedades que una mujer había hecho una denuncia anónima. La anotación decía que la denuncia también la había hecho a la policía y precisaba el nombre del agente que la había recibido. Era sobre un hombre muerto en la habitación 1210. La mujer que hizo la denuncia aseguró que se trataba de un funcionario internacional, aunque latinoamericano, de apellido Gaete. Jesús Martínez, el agente de la judicial a cargo del caso, le dijo que no lo recordaba en realidad y, solo después de revisar unos archivos, recordó que ese día acudieron al lugar en que se supone estaría el muerto, pero no encontraron nada. Pese a que la gente del hotel no había entrado, la habitación se encontraba solo con las señas de que los huéspedes la habían dejado. El caso se archivó.
Ya en Chile, fuentes de prensa internacional informaron de la muerte de Gaete en un operativo fracasado de entrega de secuestrados en Colombia y que su cuerpo nunca fue recuperado. Gaete figuraba en las listas de voluntarios de la Cruz Roja Internacional.
La periodista averiguó por teléfono que el cheque se seguía cobrando, que era recibido por un vecino de Gaete en Ámsterdam y que era depositado en una cuenta de un banco holandés. El vecino se negó a entregar más información. Después de muchas gestiones, consiguió que un empleado le informara que la cuenta estaba vigente y que tenía movimientos, aunque se negó a dar más información.
La fuente que la periodista tenía en las afueras de Santiago y que había sido fundamental para conseguir las pistas que fue siguiendo durante varios meses, aseguraba que Gaete estaba vivo, al menos que seguía vivo después del asunto de Colombia y que a veces, digamos un par de veces por año, él le enviaba correos electrónicos que ella nunca respondía.
La mujer aseguró que le pareció raro que durante todo el año anterior, él no le haya escrito, así que por primera vez en varios años, ella le envió un correo. Él no respondió. Fue para su cumpleaños, el 4 de septiembre de 2018. La mujer no quiso hablar sobre el contenido del correo y dijo no tener la menor idea del paradero de Gaete.
En los siguientes dieciocho meses no se tuvo más información. Con la guerrilla desmovilizada y con sus antiguos dirigentes metidos en la vida pública, y las antiguas tropas rebeldes metidas en sus muy individuales y nada de rebeldes vidas privadas, la periodista decidió ir a Colombia a buscar pistas.
Cuando estaba en el aeropuerto de Santiago, revisó su correo electrónico desde su celular y tenía un mensaje desde Holanda: el banco había cerrado la cuenta de Gaete y estaba haciendo gestiones para comunicarse con su hijo en Chile con el fin de entregarle los exiguos fondos acumulados. Desde septiembre de 2018 la cuenta no registraba movimientos.